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Capítulo 2 Olivia Damschroder

Después de tomar un analgésico y varios vasos de agua como si acabara de salir del desierto, por lo menos ya no sentía esas desagradables ganas de vaciar el estómago. Saliendo del baño después de una agradable ducha y dispuesta a dormir lo que restaba del día, volvió a sonar el móvil, pensaba que era de nuevo Owen, pero esta vez era Jillian, podía ver su gran sonrisa adornando la pantalla como entrada de aviso.

‒ ¿Se puede saber dónde te metiste anoche después de la cena? ‒ es lo primero que escucho al aceptar la llamada ‒ te estuve marcando casi toda la noche.

La verdad era que había hecho oídos sordos a sus llamadas y mensajes. De seguro iba a dejar a su aburrido prometido como le dice ella e ir con nosotros, pero yo ya me sentía pasada de copas y no quería que me viera en esas condiciones y no creía poder tener una conversación coherente con ella.

‒Sí, estoy muy bien ¿y tú? Gracias por preocuparte ‒ dije sarcásticamente.

‒No te hagas la graciosa Livy, por supuesto que sé que estás bien, me imagino que pasaste la noche con mi queridísimo hermano Owen.

Claramente sabía que por lo regular después de ese tipo de reuniones, pasábamos a alguna discoteca o a algún bar a tomar un par de copas; quise fingir demencia y hacerle creer que todo pasó de manera inocente como siempre.

‒Fuimos a la discoteca nueva, la que me recomendaste.

‒ ¿Por qué no me mandaste un mensaje? o ¿al fin pasó, lo que tenía que pasar?

‒ ¡Desde luego que no! ‒ mentí, últimamente se me estaba haciendo costumbre esto de mentir.

‒ ¡Que tiene de malo si pasas una noche de sexo alocado y desenfrenado con el estirado de mi hermano! Por algo no respondiste a mis mensajes y llamadas.

‒No tiene nada de malo, pero no fue lo que pasó, llegué un poco tarde y no quise molestarte a tan altas horas, supongo que fueron a casa de Owen después de la cena-dije afirmando, quise saber, si por algún motivo se hubiera dado cuenta que estuve ahí.

‒No, justo unos minutos después de que salieran tú y mi hermano, mamá decidió lo mismo, pero nos dirigimos a la casa de mis padres, está vez fue la mejor decisión, llegamos relativamente rápido, Gabriel se fue directo a su departamento.

Gabriel era su prometido, llevaban un año comprometidos y todavía no decidían la fecha de la boda, Jillian ponía cada pretexto por cada fecha que este proponía, daba la impresión que no deseaba que llegara el día para casarse, simplemente debería decir que aún no estaba preparada, pero ella aseguraba que aun así lo amaba.

‒Las calles estaban casi desiertas, pero toda la gente estaba en la discoteca nueva creo yo, no se podía estar bien así-le digo tratando de desviar la conversación.

‒ ¡Cómo pudiste dejar pasar una oportunidad como esa con Owen! ‒ Jillie no quita el dedo del renglón.

‒Jillie, sabes que yo nunca he buscado tener ninguna oportunidad con tu hermano, somos solo buenos amigos, nos apreciamos mutuamente y siempre va a ser así.

‒De seguro estas ciega Livy, ¿acaso no te has dado cuenta cómo te mira?, claro que lo hace cuando estás distraída, pero yo no me he perdido ni una sola vez la intensidad con que te mira, juraría dos dedos de mi mano que tú siempre le has gustado.

‒Pues nunca me ha insinuado nada y bien lo sabes.

‒ ¿Qué esperas Livy? es Owen, en dado caso tu serias la que le tendrías que proponer algo a él.

‒Por eso, no puedo esperar otra cosa de él y por nada del mundo lo pondría en ese calvario, sabiendo que no soy su tipo.

‒ ¿Cómo de que no eres su tipo?, están hechos la una para el otro, una que no se entera y el otro que no se atreve.

‒Mejor dejemos esta conversación, no nos va a conducir a ningún lado.

‒Ok, como quieras, ¿qué vas a hacer más tarde? ‒ buena decisión, ya no tuve que insistir.

‒Estaré aquí en casa, tengo que acomodar el estudio, mamá viene a visitarme el fin de semana y no me dará tiempo hacerlo otro día o por lo menos tratar de adelantar algo.

‒Puedo llevar pizza y pasar la tarde ayudándote ¿Te parece bien?

‒Dentro de unas tres horas estaría bien.

‒ ¿Tanto?

‒Amiga, preciosa, tengo resaca, acabo de tomar un baño y necesito por lo menos dormir un par de horas más, trae mucho jugo de naranja por favor.

‒Hecho, te marco antes de salir para allá, hasta luego.

‒Hasta luego.

Lo bueno es que no insistió porque de seguro la tendría al otro lado de la puerta, me hará bien el que venga más tarde, no quiero tener que estar pensando en lo que sucedió anoche. Por lo menos me distraerá del asunto.

Mi departamento, aunque pequeño era confortable, fue el primero que encontré cuando me vine a vivir a New York, el corredor angosto llegaba hasta la última puerta donde quedaba mi departamento, a ambos lados del pasillo quedaban otros dos y uno al frente del mío, los otros ocupantes eran vecinos muy discretos, nunca habíamos tenido problemas por escándalos o disturbios, por lo que se podía vivir en paz.

La ubicación del edificio era muy buena, tenía todas las necesidades básicas a la mano. El trabajo me quedaba relativamente cerca y si salía temprano no me quedaba encerrada en un embotellamiento de taxis a la hora pico, como era habitual en la ciudad de New York.

Mamá siempre nos había recomendado que lo mejor era buscar un lugar cerca del sitio donde se iba a trabajar, cuánta razón tenía al sugerir tal cosa. Como era clásico todos se decidían a salir a la misma hora y ocasionar tal congestionamiento en las calles ya de por si atestadas de autos, específicamente taxis. Una verdad mundialmente conocida.

Me pongo el pijama más cómodo para poder dormir. Retiro los cobertores entro en la cama y me dispongo a caer en brazos de Morfeo. Sé que no dormiré mucho tiempo, por lo que pongo el despertador una hora antes de que llegue Jillie. Estaré un poca más despejada para afrontar el interrogatorio que estoy segura no ha quedado satisfecha con lo que le conté, porque esa pizza y el jugo no me iban a salir gratis, conociéndola como la conozco.

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