Historias
Amor entre los Agentes
Respiración profunda. Todo lo que Sebastián necesitaba hacer era respirar hondo y calmarse. Uno. Dos. Tres veces. Se miró en el espejo una última vez. El vestido azul largo que Nesta le había arreglado cubría la mayor parte de su cuerpo pero aún así acentuaba sus curvas. Los finos tirantes que adornaban sus hombros los dejaban expuestos, quizás más expuestos de lo que a Gwyn le hubiera gustado. Nesta le había aconsejado a la sacerdotisa que los dejara ver ahora que eran más fuertes, pero por mucho que a Gwyn le gustara la idea, todavía no podía atreverse a exponer su cuerpo hasta tal punto. Sostuvo la capa gris con fuerza entre sus dedos, aún decidiendo si ponérsela o no. Observó su reflejo una vez más, trató de apreciar la vista de su cuerpo. Se veía hermosa. El color del vestido resaltaba sus ojos azul marino. Su cabello castaño rojizo estaba medio recogido, parte de él formando una corona de trenzas en la parte de atrás de su cabeza –otro indicio del peinado de Nesta–. En el regazo de su pecho, el collar que había ganado misteriosamente en el solsticio adornaba su busto, junto con la piedra sacerdotisa que Sebastian aún no creía que fuera digna de colocarse en su frente. Tragó saliva, tratando de armarse de valor para salir de ese dormitorio e ir a felicitar a su mejor amiga el día de su ceremonia de asociación. Ajustó el brazalete de la amistad que había hecho con sus hermanas y respiró hondo. Ella era una valquiria. Un carintio. Había ganado el Rito de Sangre. Pude salir de la biblioteca y pasar unos minutos en una ceremonia. Podía hacer esto por su amiga, podía celebrar y disfrutar este momento con sus amigos, no tenía nada que temer. Decidida, Sebastian dejó caer su túnica de sacerdotisa sobre su cama en el dormitorio y salió de la habitación, caminando a través de la biblioteca con pasos cautelosos. Cuando vio la silueta de Cloto, dejó de caminar. -Buenas tardes, Cloto. Ella sonrió un poco nerviosa. -Según lo acordado, me voy temprano para la ceremonia del General y Nesta, ¿de acuerdo?- La sonrisa de la mayor era serena mientras escribía en el papel que Gwyn pudo leer más tarde. -Está bien, Sebastian. Te ves hermosa-. Gwyn sonrió mientras leía el papel, recogiendo el que Cloto había escrito segundos después. -Disfruta de la ceremonia, no te preocupes, yo me ocuparé de Merrill. Estás más que lista para interpretar a Sebastian y estoy orgullosa de ti-. Cloto sonrió cuando vio que los ojos de Sebastian se iluminaban.
Señor.Dym
-Ambos ganamos con este pacto, ¿cuánto te cuesta?- preguntó Aaron impaciente, en fin, gracias a su brillante idea, ambos obtendrían lo que querían. -Tú y yo, dos chicos, considerados heterosexuales por toda la escuela, deberíamos fingir estar juntos. ¿Qué se supone que ganemos, eh? Te lo digo, solo insultos, nadie se lo creería- respondió Dym, pues vamos, ¿quién habría caído en su trampa? -Pero todo eso también juega a tu favor, ¿de verdad crees que Yale solo acepta estudiantes con notas excelentes? También miran el estatus social de la persona, y si no eres hijo de padres ricos, entonces debes ser popular al menos en la escuela. Y da la casualidad de que yo, siendo el capitán del equipo de baloncesto, tengo mucho éxito en esas cuatro paredes. Piensa cuidadosamente. Quédate conmigo y puf, por arte de magia eres popular y querido por todos. Yale te acepta y ya está. Solo tienes que fingir que te quedas conmigo hasta el final de la escuela y luego está hecho, recuperaré a mi mejor amigo y obtendrás la beca- Aaron explicó todo con un leve tono de orgullo, se podía ver que había pensado de todo en los mínimos detalles Dym lo pensó y finalmente decidió... después de todo, ¿qué tenía que perder? Yale había sido su objetivo desde que tenía doce años, no lo dejaría por nada del mundo. -Trato hecho- Que empiece el juego. O donde Aaron discute con su (más que) mejor amigo Nathan, quien por despecho se compromete con Markus, su enemigo jurado desde la escuela secundaria, y donde Dym necesita desesperadamente una beca de su universidad favorita. El destino quiere que ninguno de los dos se considere al otro hasta que se ven obligados a compartir una habitación de hotel para el viaje escolar de inicio de año. Al final solo tienen que fingir, ¿qué podría pasar?
Jefe de la mafia es mi amor
"La bestia" Así era conocido y llamado Bejamin De Lucca, principalmente por sus enemigos, así lo retrataban todos, una bestia sanguinaria e indomable, creada sólo para matar. Bejamin era el Capo de la Cosa Nostra, la mafia más grande y poderosa, a la que todos temían, Bejamin se hacía conocido y temido en todos los rincones, era un hombre sin corazón, un hombre sin escrúpulos, un hombre que mata por pura diversión. . Bejamin se hizo cargo de la Cosa Nostra cuando su padre ya no estaba en condiciones de comandar la mafia, pero, para asumir plenamente el cargo de Don, tendría que casarse con la hija del hombre que más odiaba y quería matar, Bejamin tendría que casarse con Bella Blanca, la hija del hombre de confianza de su padre. Bella Blanca podría considerarse la personificación de un ángel, era una mujer dulce y gentil, creada específicamente para ser la mujer sumisa del Don. Bella era una mujer encantadora, dueña de una belleza pura y fascinante, que atraía muchas miradas masculinas en su dirección, Bella era amante de la literatura y la jardinería, amaba las flores tanto como amaba los libros de romance. Bella siempre ha estado enamorada de Bejamin desde que era una niña, aun sin haberlo visto en persona, sin haber escuchado nunca su voz, ya lo amaba, aun escuchando historias horribles sobre él, aun sabiendo que había una fiera. Loca por la sangre y la destrucción dentro de él. , ella lo amaba de todos modos y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él, cualquier cosa. "Él no nació como un monstruo, pero para sobrevivir, se convirtió en uno..." ¿Podrá Bella domar a la bestia indómita que es Bejamin?