Destinos Cruzados
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·S. MejiaElena Soler era una arquitecta de renombre, conocida por su creatividad y visión audaz. Con tan solo 32 años, había diseñado algunos de los rascacielos más impresionantes del país. Su carrera la llevó a ser contratada por Sebastián Leduc, el CEO de Leduc Enterprises, una poderosa compañía de bienes raíces que estaba a punto de lanzar el proyecto más ambicioso de su historia: "Eterna", la ciudad autosustentable del futuro.
Sebastián, un hombre de 39 años, era un líder brillante pero también polémico. Había levantado su imperio con puño de hierro y decisiones cuestionables, lo que le había valido enemigos en todas partes, incluidos los miembros de su propia junta directiva. Era implacable, reservado y distante, con una única regla que todos conocían: "El negocio siempre está por encima de las relaciones personales."
Desde el momento en que Sebastián y Elena se conocieron, fue evidente que no se soportaban. Él encontraba a Elena demasiado obstinada y ella lo veía como un hombre frío, dispuesto a sacrificar cualquier cosa por sus ambiciones. Pero mientras trabajaban juntos en los interminables detalles de "Eterna", ambos descubrieron que debajo de la fricción había una conexión inexplicable.
Lo prohibido no era solo una cuestión profesional. Sebastián estaba comprometido, por conveniencia, con la hija de uno de los principales inversionistas del proyecto, una alianza estratégica que sostenía gran parte de su poder. Elena, por su parte, tenía un pasado complicado: su padre, un activista ambiental, había pasado años luchando contra empresas como la de Sebastián, y ella sabía que su familia nunca aceptaría que se relacionara con un hombre como él.
Sin embargo, en una noche estrellada en el sitio de construcción de "Eterna", mientras discutían apasionadamente sobre los planos, las emociones tomaron el control. Sebastián, por primera vez, dejó de lado su fachada de acero y confesó que había algo en Elena que lo desarmaba por completo. Ella, a pesar de sus propias reservas, admitió que había comenzado a ver al hombre detrás del CEO.
Elena sabía que involucrarse con Sebastián era jugar con fuego. Él representaba todo lo que ella había aprendido a odiar en el mundo corporativo, pero también despertaba en ella un deseo que no podía ignorar. Y Sebastián, acostumbrado a controlar cada aspecto de su vida, se encontraba por primera vez enfrentado a un dilema que no podía resolver con dinero ni poder.
Mientras ambos se debatían entre el deber y sus sentimientos, fuerzas externas conspiraban para separarlos. El prometido acuerdo de matrimonio de Sebastián comenzaba a desmoronarse, amenazando la estabilidad de su compañía, y los enemigos de Elena en la junta directiva encontraban en su relación un arma para desacreditarla.
Ahora, con "Eterna" en juego y el mundo entero observando, Sebastián y Elena deberán decidir si están dispuestos a sacrificarlo todo por un amor que nunca debió existir… o si es mejor dejarlo atrás por el bien de sus sueños y sus carreras.
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